martes, 27 de noviembre de 2007

Norte-Sur

Señor lector, recientemente me contaron la historia de un chamaco latino-americano que se fue al Norte a los diecisiete anos. Tuvo la gran suerte de ser acompañado por sus padres y hermanos. A este chico le gustaban las películas de cowboys y de piratas provenientes de Hollywood. Antes de que este chicuelo hubiese nacido, su padre había estudiado en una universidad de prestigio, en Michigan, y había vuelto al Sur para continuar trabajando en una empresa norte-americana. Al hijo le gustaba escuchar a su padre hablar inglés, sin entender lo que decía, porque le agradaba ese sonido salpicado de eses, incluso él imitaba al padre con elocuciones inventadas y se regocijaba cuando el papá le decía que había dicho algo en inglés, que luego le traducía. El padre jubiló, por razones de salud, y se mudó con su familia al Norte. El hijo adolescente se integró al liceo como pudo, conforme con su situación de inmigrante en un país tan grande, con tantas cosas desconocidas, pero con valores altruistas. El muchacho no estaba bien dotado intelectualmente, pero tenia buena voluntad, y fue encontrando lo que la vida le deparaba, sus ojos dispuestos a ver lo bueno, su corazón incapaz de ver lo malo. Uno que otro puñetazo inesperado lo fue despabilando, pero solo hasta cierto punto.

Han pasado más de cuarenta años desde que el joven se bajó del bote que lo llevó a la costa Floridiana. El muchacho, ahora con pelo cano, conoce mejor donde vive (los años alguna enseñanza le dejaron) pero se encuentra menos a gusto. Todavía logra llevar una vida medianamente sana, me dijeron, porque ha tenido la suerte que suele salvar al cándido, logrando sortear caos y pestes sin haberse preparado para estas cosas como se aconseja.

Así, el sueño de este adolescente de conocer el país del inglés que le gustaba escuchar se convirtió en realidad. Pero si en las películas de su juventud triunfaba la justicia y los malhechores eran castigados, en el mundo que ahora le toca vivir sucede lo contrario. La ley está a cargo de cuatreros, el comercio a cargo de una horda de bárbaros, y la protección de la gente a cargo de piratas. Él ahora sueña con volver al Sur, donde el amanecer de cada día promete más libertad.

Señor lector, le cuento esta historia por si usted ve a este joven con arrugas que ha perdido su norte. Dígale que sí, que ahora el Sur se prepara para defender al débil, y es donde las personas finalmente lograrán vivir en paz y dignidad.

Jorge Méndez

viernes, 16 de noviembre de 2007

¿Porqué no te callas?

Esta expresión, junto con el video retransmitido una y otra vez gracias a Internet, emitida por el rey de España en plena cumbre de presidentes y jefes de Estado latinoamericanos, ha dado la vuelta al mundo como reguero de pólvora.

Llamó particularmente la atención por provenir de quien ha sido el decano de estas cumbres y desempeñar un rol silencioso, contemporizador, moderador, articulador. Se puede especular si lo sacó de las casillas la permanente interrupción de Chávez a Zapatero, o las alusiones al carácter fascista de Aznar, o la verborrea de Chávez. Cualquiera sea el motivo de fondo, lo concreto es que proviniendo del rey adquiere un tufo especial, como la expresión de quien se dirige a un vasallo, una suerte de rémora de tiempos coloniales.

Quien por el contrario, mantuvo la calma, fue Zapatero, a quien se le había concedido la palabra por un tiempo limitado y que se veía persistentemente interrumpido por Chávez. Zapatero hizo gala de un talante democrático que lo situó por encima del rey y de Chávez, no solo por su reacción física, sino por sus palabras y solidaridad hacia un compatriota, aún cuando fuere uno de sus más acérrimos rivales, como lo es Aznar.

Zapatero sabe más que nadie quien es Aznar, no solo un expresidente de España, sino que un oscuro personaje que intentó ocultar la verdad respecto de los responsables del atentado en la estación de Atocha en Madrid a horas de las elecciones generales; que a espaldas de la opinión pública respaldó la política invasora de Bush en Irak, no solo de palabra, sino que enviando tropas españolas a la región; que en sus andanzas por el mundo como expresidente intenta promover la teoría del desalojo de los gobiernos que no comulgan con la derecha. La defensa de Zapatero a los ataques verbales de Chávez hacia Aznar responden al viejo axioma de los grandes estadistas y que pocos están dispuestos a practicar: lo cortés no quita lo valiente. Con su actuación, Zapatero se sacó los zapatos.

El incidente tuvo el mérito de poner sobre la mesa una realidad candente: las fisuras que alejan las posibilidades de entendimiento en nuestro continente. Fisuras que tienen que ver con latentes conflictos fronterizos o comerciales que pueden emerger en cualquier momento, pero sobretodo con enfoques, visiones que van desde países donde dominan posturas neoliberales extremas que responsabilizan al Estado de todos los males, hasta aquellos que proclaman nacionalismos y socialismos trasnochados que satanizan actuaciones privadas.

Lo triste, es que estas mismas fisuras ilustran cuán lejos estamos de la unidad latinoamericana tantas veces proclamadas, y particularmente del desarrollo al que aspiramos.
Rodolfo Schmal S.

jueves, 8 de noviembre de 2007

¿Cuánto calzará Lagos?

La prensa le dio una gran difusión a las (primeras) declaraciones de Ricardo Lagos sobre el proyecto estrella y prioritario de su administración: Transantiago. Se nos ha informado con prodigalidad de su “mea culpa”. Dijo el “estadista” por antonomasia, bienamado de los grandes empresarios y actual “Capitán Planeta” Benemérito: “Por mi parte asumo la responsabilidad de haber tomado una decisión indispensable para que Santiago sea una ciudad moderna, con un sistema de transporte integrado, donde el metro juegue el rol articulador como ocurre en todas las ciudades con buen transporte público en el mundo”.

Cuando uno lee sus declaraciones, se encuentra con una evidente contradicción con cómo fueron presentadas en las cuñas periodísticas. ¿Esa soberbia autojustificatoria es asumir la responsabilidad por el Transanfiasco? En realidad, uno no sabe si quedar atónito por sus palabras en sí o por los dichos de los medios tan alejados de la verdad o tan comprometidos. En fin, no es la ocasión para alegar porque los periodistas nos informan lo que quieren y no lo que sucede. Concentrémonos en nuestro ex Presidente. Derechamente sus palabras son indignantes para todos quienes nos movilizamos a diario en Transantiago. Uno puede llegar a reírse al escuchar los dichos maqueteados y marqueteros de muchos políticos. Sin embargo, en esta ocasión el personaje se pasó de la raya. Ya no en centímetros, sino en kilómetros.

Como muestra del sistemita que nos legó el “estadista”, hace unos meses quien escribe quedó botado un día hábil a las 23 horas en Providencia con Manuel Montt. Solución: caminar los alrededor de dos kilómetros y medio hasta Irarrázaval... Ud. dirá, pero eso fue antes de las “soluciones” de Cortázar. ¡Cuidado!: hace dos días demoré una hora y media para llegar a mi trabajo, en un recorrido de unos 40 minutos a lo más. La mayor parte del tiempo —donde espero el bus de acercamiento y donde hago trasbordo— tuve que ver cómo pasaban buses repletos llevando ciudadanos enlatados. Sin embargo, esta (a)normalidad son historias de niños de pecho cuando se sabe qué soportan cotidianamente otros habitantes de la capital: largas caminatas y esperas, levantadas de madrugada, descuentos de sueldo por atrasos, empujones y codazos para subirse o bajar de un bus. Soy un afortunado en comparación a las humillaciones y dificultades diarias (ida y vuelta) sufridas por aquellos... ¡desde febrero! De hecho, para mí es un misterio cómo lo hacen cada día embarazadas, enfermos, ancianos, personas con niños, los propios niños o cualquiera que deba movilizarse cargado en los buses atestados de gente.

Mas, en realidad Lagos no habría cometido falta alguna... según afirma él mismo. A pesar de ordenar y aprobar un determinado diseño de transporte público, sólo sería culpable de querer mejorar nuestras vidas. O sea, es un incomprendido víctima de quienes quieren sacar mezquinos dividendos políticos, de esos que hubieran querido faltarle el respeto a su investidura... ¿de “Capitán Planeta”? Pues, que yo sepa, actualmente no ocupa ningún cargo en el Estado y aunque así fuera ello no lo hace intocable. Cómo se ha de estar revolcando en su tumba Calderón de la Barca por este “remake” dirigido y protagonizado por Ricardo “Segismundo” Lagos: ¡Oh, mísero de mi!, ¿qué pecado cometí para que me tratéis así?... Qué malos somos los “usuarios” santiaguinos con tan insigne personaje, quien únicamente deseaba nuestro bienestar.

Lamentablemente, los académicos de la División de Transporte del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, contradicen el incomprendido altruismo de Lagos (¿acaso querrán también sacar mezquinos dividendos políticos?). Estos especialistas señalan que los microbuses amarillos sumaban más de 8 mil y que el diseño de Transantiago estimó en principio aproximadamente la mitad. Al problema de tal carencia de buses, se sumó la estimación de que ese número podría cumplir una meta indispensable para la “socialista” administración Lagos: subsidio cero. ¡Bajar el número de buses fue una decisión planificada para reducir los costos de las empresas operadoras privadas! De tal modo, el hacinamiento, las bajas frecuencias y el aumento en el número de trasbordos desde un 10% hasta un 60 u 80% de los viajes, ¡siempre estuvieron contemplados!

A pesar de los hechos innegables y del chaparrón que ha debido soportar el (des)gobierno de Bachelet (ojo: esto fue un comentario machista), Lagos se hizo invisible por meses. Sin ninguna vergüenza se escondió y nada dijo sobre el tema. Sólo salió a la luz pública hace unos pocos días. Únicamente cuando, por la presión realizada por la Comisión investigadora de la Cámara, se vio obligado a hacer esas singulares declaraciones.

Con lo que se ha ido sabiendo sobre Transantiago y sobre todo con las penurias diarias de los “usuarios”, lo mínimo es que Lagos se movilice en micro. Aunque seguro ya ni se acuerda cómo son las “góndolas”... pues hace años todos los chilenos y chilenas le venimos pagando lujosos autos con chofer (hasta una vez dejada la presidencia, sus guardaespaldas de Carabineros se financian con dineros fiscales). Afortunadamente, no tiene de qué preocuparse en cuanto a que el transporte público pueda atentar o no respetar su investidura. Transantiago es “un sistema de transporte integrado, donde el metro [juega] el rol articulador como ocurre en todas las ciudades con buen transporte público en el mundo”. ¡Qué duda cabe!. La única cuestión que resta aclarar es cuánto calzará Lagos.


Andrés Monares

lunes, 24 de septiembre de 2007

Cuando ser chileno da vergüenza...

Me llegó esta carta abierta sobre la falta de libertades en Chile... donde la dictadura se acabó... al menos eso dicen...
am

Fui agredido en Santiago por carabineros con ocasión del Te Deum

Valparaíso, 18 de septiembre de 2007

Por Fred Bennetts

Queridos amigos, Hoy fui a Santiago para manifestarme en las escalinatas de la Catedral antes del Te Deum . Puesto que es el gran día de la jerarquía como institución —organizan este evento con muchos invitados y mucha panoplia— me pareció apropiado llevar un cartel alusivo a los 7 sacerdotes que dieron su vida por los pobres, habiendo sido asesinados y, en la mayoría de los casos, calumniados por el régimen militar. Son: Joan Alsina, Omar Venturelli, Antonio Llidó, Étienne Pesle, Gerardo Poblete, André Jarlan y Miguel Woodward. Pedía a los obispos que refutasen las calumnias, que hasta ahora nunca han sido refutadas ni desde el púlpito ni por cualquier otro medio. Además, llevaba una petición sobre ese tema dirigido al Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Alejandro Goic, firmado por 75 personas.

Esperaba entregárselo si se personase en las escalinatas, junto con una copia de una carta de diciembre de 2006 sobre el mismo tema que mi mujer, Patricia Woodward, le había dirigido, a la cual (igual que a una carta anterior) no había recibido contestación alguna. Me encontré con que las fuerzas de seguridad habían acordonado toda la Plaza de Armas y dos cuadras alrededor. Por lo tanto, tuve que dirigirme a Bandera esquina Moneda, por donde pasaban los autos oficiales camino a la Catedral. Me puse por detrás de una barrera frente a unos carabineros. Aproximadamente a las 10.35, desplegué mi cartel y fui inmediatamente rodeado por varios carabineros, uno de los cuales sin explicaciones lo destrozó. Cuando le increpé, haciendo referencia a la libertad de expresión y preguntándole por la ordenanza que le permitía actuar de esa forma se limitó a decir "hoy no".

Esperé unos diez minutos más hasta que se veía a la Presidenta en su vehículo oficial y entonces saqué de mi carpeta una hoja, un folio que detallaba los nombres de los 7 sacerdotes para que la Presidenta, sin, evidentemente, poder leerlo, pudiera al menos ver que había algo que quería comunicarle. Inmediatamente, sin más, fui agredido por varios carabineros y, con especial contundencia, por un joven de civil que se encontraba a mi lado. Sin medir palabra y sin tratar de leer lo escrito en el folio, me tiraron al suelo y el joven se echó con todo su peso sobre mí, inmovilizándome durante unos tres minutos. Durante ese tiempo, uno de los carabineros agarró mi carpeta y salió corriendo, igual que los demás carabineros cuando vieron que se acercaban unos fotógrafos de prensa. El joven, mientras tanto, me dijo que era policía y que yo estaba detenido. Al levantarme, desapareció el policía y me dirigí en primer lugar a los carabineros que habían vuelto a aparecer, requiriendo mi carpeta. Se apartaron sin contestar y cuando les seguí me encontré con que al lado suyo estaba el policía quien me había agredido y otro de los carabineros que tenía mi carpeta. Me dirigí a uno de ellos que tenía el nombre Moya en su uniforme y que se identificó como responsable de los funcionarios allí presentes. Me identifiqué, presentándole mi pasaporte británico con el cual entré en Chile ayer. Él transmitió los datos a un superior suyo por celular. Le pregunté al oficial Moya si el joven era en realidad policía y me contestó que sí y que estaba bajo sus órdenes. Le pedí que me diera el nombre de ese policía y se negó a ello. Al preguntárselo dijo que no estaba detenido.

Puesto que mi brazo sangraba por causa de la agresión, le pedí al oficial Moya donde podría encontrar un hospital donde curarme. Me dijo que en la Avenida Portugal, que averigüé más tarde, estaba a bastante distancia. Luego, le pregunté donde había una Comisaría para denunciarle y me contestó que no iba a decírmelo. Dadas esas circunstancias decidí regresar a Valparaíso. Presentándome en Urgencias del Hospital Van Buren me dieron un parte que hace referencia a lesiones en un brazo, que me curaron, y hematomas en varias partes del cuerpo. Luego denuncié los hechos en la Policía de Investigaciones de Valparaíso. Entiendo que el informe policial allí redactado será enviado al Fiscal de guardia mañana y que, previsiblemente, éste se declarará incompetente, reenviándolo a la Fiscalía apropiada en Santiago. Se da la circunstancia que el 2 de abril del año en curso, dos días antes de regresar a España, fui agredido en el molo de Valparaíso con ocasión de la despedida de la Esmeralda por dos desconocidos en presencia de un Carabinero, el Sgto. Juan Lucke, que no intervino.

Denuncié los hechos en la misma Oficina de Investigaciones de Valparaíso, informe ese que también pasó a la Fiscalía. Pedí que, como primer paso, identificasen a mis agresores, puesto que todo el incidente había sido filmado por un cámara de TVN, el Sr.Danilo Ahumada. Hasta el día de hoy no tengo noticias de las investigaciones que pudieran haberse llevado a cabo a este respecto. Espero que verán bien dar a conocer que Carabineros está actuando fuera de la ley y que los obispos siguen despreocupados por la verdad.

Saludos, Fred

Nota: Fred Bennetts es Licenciado en historia por la Universidad de Oxford. Ha trabajado como consultor para la ONU y los gobiernos del Reino Unido, España y Portugal. Su esposa, Patricia, hermana del padre Miguel Woodward asesinado en la Esmeralda, colabora con Amnistía Internacional.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Vandalismo

Desafortunadamente, a lo largo de todos estos años, como antesala de la celebración de fiestas patrias, la marginalidad nos recuerda con inusitada violencia su existencia. Lo hace aprovechando un aniversario más del 11 de septiembre, día del golpe de estado. Se creyó que con la supresión de su carácter de feriado, las habituales expresiones de violencia se eliminarían o al menos se reducirían, como por arte de magia.

Se acabó la dictadura brutal, se asume que llegó la democracia, que el país progresa, pero la violencia sigue ahí como queriendo decirnos algo. Podríamos sacarnos el pillo con cantinelas tales como que ella se encuentra magnificada por los medios de comunicación, que es fruto de la debilidad del gobierno, que falta mano dura.

En esta perspectiva la solución más simple es endurecer la legislación, incrementar la represión para imponer o “restaurar” el orden. La pregunta que surge entonces es ¿cuál orden? ¿el actual?

Este “orden actual” es el ordenamiento económico en el que unos pocos concurren al mercado con dinero en mano, en tanto que la mayoría, o no participa, o lo hace con tarjetas plásticas que terminan por ahogar; es el orden político donde el padrón electoral va envejeciendo, la abstención y los votos nulos y blancos crecen elección tras elección, donde finalmente las autoridades son elegidas por unos pocos; es un ordenamiento social en el que cada uno se refugia en sí mismo abandonando toda asociación, debilitando a la sociedad propiamente tal. Esto es, el “orden” en el que estamos sumergidos.

Sí, el país crece, progresa, se desarrolla, y junto con ella la marginalidad que es la que recurrentemente nos recuerda su existencia por más que queramos ignorarla. No es un tema exclusivo nuestro. En Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, y tantos otros países, las asonadas callejeras no son desconocidas. Lo que quizá llame la atención es que ocurra en un país modélico como es Chile. El mundo se sorprendió al ver nuestras calles controladas por el lumpen mientras los carabineros se batían en retirada.

Es hora que reflexionemos de verdad, que razonemos más allá de nosotros mismos, que analicemos a fondo las causas más profundas de una realidad lacerante. Cuando un menor de edad participante en los desmanes fue entregado a su madre con la advertencia de la responsabilidad que le correspondía, ella preguntó: ¿por qué? Por ser su madre fue la respuesta de la autoridad. Ella no se inmutó: “yo trabajo todo el día y no lo veo, estoy separada, soy jefa de hogar y debo parar la olla. Salgo temprano de casa y no llego hasta la noche. No puedo saber qué hacen mis hijos en el día”. En este contexto los narcotraficantes hacen de las suyas sin pudor alguno.

Esta es la cruda realidad que no queremos ver. No se trata de pocos o muchos pájaros locos. En tanto no abordemos la construcción de un país más solidario, menos desigual, con o sin once de septiembre estos hechos seguirán explotando, una y otra vez, en la cara de cada uno de nosotros.

viernes, 31 de agosto de 2007

Una amarga movilización

El pasado 29 de agosto tuvo lugar un paro o movilización que me dejó un sabor amargo. Desde la derecha se sobaban las manos al observar el socavamiento de autoridad que el desarrollo de los sucesivos hechos iba desencadenando. De partida la autoridad fue puesta en jaque desde el momento que no se pidió permiso ni autorización alguna para manifestarse, lo que no dejó de poner nerviosas a las autoridades políticas. El argumento de la CUT (Central Única de Trabajadores) para no solicitar los permisos está dado por un artículo de la Constitución Política de la República de Chile en el que se reconoce el "derecho a reunirse pacíficamente, sin permiso previo". El argumento gubernamental está dado por el decreto supremo nº 1.086 del 15 de septiembre de 1983 en el que se señala que "las reuniones en las plazas, calles y demás lugares de uso público, se regirán por las disposiciones generales de la policía". Esta disposición fue promulgada en pleno régimen militar para reprimir y sofocar las tradicionales protestas del mes de septiembre y que nos sigue rigiendo sin que a la fecha se haya visualizado interés por derogarla de parte de los sucesivos gobiernos de la Concertación.

La razón invocada por el presidente de la CUT se resume en que "la gente está demasiado violentada en sus derechos”. Esta frase intenta resumir un descontento que vas más allá de una disconformidad con un gobierno en particular. Lo que la movilización procuró fue expresar un profundo rechazo al tipo de país que estamos construyendo, centrado en el mercado, el individualismo y la competencia, donde la sociedad y la democracia vale hongo, porque al final, cada uno vale no por lo que es, sino por lo que tiene, en su bolsillo y en un mercado inmobiliario, financiero y/o productivo controlado por unos pocos.

En tal sentido, el paro fue una invitación a reflexionar sobre el modelo de país que queremos. Como muchos, no podía sino compartir esta invitación. Sin embargo, no la compartí por la convicción de que esta lógica iba a verse totalmente desvirtuada y minimizada por los desmanes y la destrucción de bienes públicos y privados, con independencia de si se producen como causa o consecuencia de la represión policial.

Un país como el nuestro no puede darse el lujo de destruir voluntariamente la vida de sus habitantes ni la de sus bienes, tanto públicos como privados, cuya reconstrucción terminamos pagando todos. Existen formatos de movilización y expresión ciudadana pacíficos, no violentos, mucho más efectivos, que abren en vez de cerrar corazones y que obligan a reflexionar antes que a reprimir. Martin Luther King y Gandhi son claros ejemplos que merecen ser imitados.

No es un camino fácil, puesto que exige seguridad, confianza, organización, disciplina, voluntad férrea. Si cada uno de los trabajadores hubiese permanecido en sus casas y las calles hubiesen estado desiertas, otro gallo cantaría. Los actores políticos y empresariales estarían reflexionando en serio en torno al mensaje que la gente habría entregado. Por el contrario, hoy el foco está centrado en la violencia destructora.

A la dictadura no la vencimos con los paros de protesta, actividades que por el contrario, la reforzaba y sostenía; muy por el contrario, la vencimos con un lápiz y un papel. Ese es el camino, no otro.

En Estados Unidos, no hace mucho, para protestar contra el acoso a los trabajadores ilegales, éstos decidieron quedarse en sus casas y no ir a sus lugares de trabajo. La paralización fue tan impresionante que obligó a modificar las disposiciones en torno a los ilegales. Pacíficamente demostraron que son ellos los que sostienen la economía norteamericana. Tuvieron la capacidad y el liderazgo para hacerlo. Eso parece hacernos falta aquí.

jueves, 16 de agosto de 2007

Lázaro no estaba muerto, andaba de retiro

Luego de años de silencio, en que la Iglesia Católica se había encerrado en la privacidad de los “temas valóricos”, cual Lázaro bíblico, por estos días pareciera haber revivido la jerarquía. El obispo Goic se acordó que defender la vida incluye opinar sobre algunas cosas más que sólo vigilar con quien tenemos sexo. O sea, en estricto rigor, con quien los otros tienen sexo. Lo cual no es poco, luego de años de autoexilio del espacio público “amplio” y de autolimitarse a “defender la vida”. Por ejemplo, etiquetando como drogadictos, en una campaña a nivel nacional, a los hijos e hijas de matrimonios separados .

En este largo período Dictadura-Concertación, donde se ha profundizado la desigualdad del ingreso y de las oportunidades socioeconómicas, la Iglesia había opinado como mucho una vez al año. Aceptando poder omitir acontecimientos por ignorancia, sólo recuerdo la declaración de la Conferencia Episcopal en la primera mitad del 2005, una homilía de Tupper para un 1º de mayo o un Te Deum y... ¿hay algo más?. Porque no se puede tomar en cuenta la declaración de Errázuriz, obviamente en El Mercurio, defendiendo el lucro en la educación. Declaración donde lo pastoral brillaba por su ausencia: ¡no llevaba ni una cita bíblica!. Y estamos hablando del jefe de la Iglesia católica chilena... Iglesia que también tiene sus intereses en aquel “nicho de negocios”.

Pero volvamos a Goic. Por fin alzó la voz... bueno, dejémoslo en que declaró contra los bajísimos sueldos pagados en Chile. Como ya no se lo puede relacionar al comunismo internacional, ni ningún “legislador” de uniforme lo identificará con el Chapulín Colorado, la “seria” respuesta vino de otro lado. Desde los interesados y desde la “ciencia”. Es decir, de parte de los grandes empresarios, agoreros de las penas del infierno ante la más mínima sugerencia de igualdad; y, de sus voceros los economistas. Estos dicen lo mismo, pero con gráficos y números; lo cual bastaría para elevar sus opiniones a la altura de hechos científicos.

La respuesta de los grandes empresarios a Goic, no deja de extrañar. Se sabe que sus compañías crean una mínima parte de los empleos en Chile. Es decir, son declaraciones evidentemente ideológicas. Lo cual no critico. En democracia, todos tienen derecho a pensar y opinar lo que quieran. Más cuando ellos son dueños de los medios o pagan a esos medios en publicidad cantidades exorbitantes. El punto negativo es eludir la verdad y hacer pasar opiniones políticas por técnicas. O sea, salir con la patraña del bien del país, en vez de aceptar que no pagan más para no bajar sus ya millonarias utilidades. Será necesario recordarles las palabras que el mismísimo Adam Smith les dedicara: nunca pondrán el bien público, ni siquiera el de su nación, por sobre sus propios intereses.

Sobre las declaraciones de los economistas en respuesta a Goic, el gran economista J. K. Galbraith los señalaba como los voceros de los ricos y no tenía problema en indicar que ganaban fama mientras dijeran lo que aquellos quisieran escuchar. Eso sí, Galbraith podía decirlo porque era mucho más que un economista como se ha llegado a entender hoy. No era un mero tecnócrata. Era un intelectual. Y, cabe señalar para quienes no lo conozcan y en su atrevimiento me crean recurriendo a un “izquierdista”, que Galbraith era un liberal convencido en pro de la economía de mercado.

Entonces, a propósito de los economistas, quisiera referirme a las declaraciones de Evelyn Matthei, senadora Udi, quien fustigó al obispo por... no ser economista. En el fondo le dijo que no hablara leseras, porque no tenía idea. A primera vista, parecen lógicos los dichos de la senadora de que más allá de lo ético, la idea es pagar lo que cada empresa sea capaz. El problema es que la Economía Moderna en su afán de lucro (por el cual, de mala gana, crea empleos) enseña a bajar los costos para subir las utilidades. Como el empresario sólo puede planificar sobre los costos fijos, sólo podrá economizar en esos costos. Siendo el salario el costo fijo por excelencia. Entonces, hablando desde la “ciencia” económica, para qué pagar más, si la sobreoferta de mano de obra permite mantener bajos los sueldos y altas las ganancias.

La Economía Moderna, enseñada a la Sra. Matthei, es “científica”. El resto es poesía, nos dirán seria y sesudamente. Aparte de basarse en sus clases, ella ha de estar haciéndolo en quien todo Udi debería leer con avidez: Friedrich Hayek (digo debería, porque se dice que cierta persona neoliberal, ya en un cargo de elección popular, tuvo que tomar urgentes clases de los clásicos liberales). Hayek, premio Nóbel, gurú de la dictadura y padre espiritual de nuestros chicago boys & girls (recuerden la paridad), afirmaba que los salarios no son ni deben ser justos. Ni siquiera deben responder a las necesidades o merecimientos de los trabajadores. Simplemente son una de las vías para la “dispersión” del ingreso. En un sistema de mercado, no hay ni debe haber consideraciones de “justicia social”. Tal concepto es una mera ilusión y, de materializarse, sólo destruiría la sociedad.

La ciencia, nos dirán de nuevo seria y sesudamente, hace mucho dictó su sentencia. Una cosa es el mundo como quisiéramos que fuera y otra muy diferente es tal cual es. Los economistas, hacen de tripas corazón, y nos guían por la pérfida realidad aguantándose la pena. Eso es lo incomprensible para Goic. Este señor pensará que la cosa anda al lote. Pero, entiéndalo de una vez: Ética y Ciencia son ámbitos diferentes. ¡¿Qué se cree de andar proponiendo vivir la vida en base a una ética diferente a la del lucro máximo?!... Más, cuando los economistas —sin formación en Sociología, Psicología, Historia y Antropología— nos han “probado” el egoísmo natural del ser humano. Por más que no me quede claro si en su momento, les cobrarán a sus hijos todos los gastos de crianza, ¿o los harán firmar letras?

Como tantos economistas neoliberales (y católicos de la Udi), la Sra. Matthei se nutrió de la formación universitaria de una institución católica. Ella es Licenciada en Ciencias Económicas de la Pontificia Universidad Católica. La casa de estudios promotora del desembarco de la Escuela de Chicago en Chile. A fines de los años ’50 del siglo pasado, fue el rector monseñor Alfredo Silva quien firmó el convenio con la Universidad de Chicago. Es decir, para “formar” a sus alumnos en una línea económica para la cual la “justicia social” no existe. Dicho concepto y los demás de la moralina católica, son mera “ideología”. La propia Doctrina Social de la Iglesia, nos dirán los chicago, es una cháchara ideológica disfrazada de buenas intenciones. ¿O Ud. todavía imaginaba que en la PUC los ingenieros comerciales estudian Doctrina Social o a los economistas escolásticos de la Escuela de Salamanca?

Así es pues, Sr. Goic. No hay peor astilla que la del mismo palo. En tal sentido, no estaría mal revisar los currículum de las carreras de Economía de las universidades católicas del país. Si son católicas, pareciera bueno que enseñen menos de esa “ciencia” del egoísmo. Tal vez, sea conveniente enseñar un poco más de esa ideología llamada moral cristiana católica. Es más, estoy casi seguro de que si las personas ven a su ONG comprometida con ellos, hasta irían más a misa... Piénselo, ¿cómo sabe si así no se le siguen haciendo “canutos” los clientes?... Lázaro, ¡levántate y anda!

Andrés Monares

Electricidad en las costillas, los pies en la tierra

Sobre la agresión que sufrieron los jugadores de la selección chilena sub 20 a manos —pies, lumas, pistolas eléctricas y gases paralizantes— de la policía de Toronto, el presidente del fútbol chileno declaró lo que le señalara un oficial: que así tratan a los delincuentes allá. La policía explicó su intervención en razón de evitar una pelea con hinchas argentinos. Por suerte. Si se esfuerzan a tal punto para impedir una, vale preguntarse qué nivel de violencia alcanzarán las peleas allá.

Pero, a pesar de las informaciones contradictorias al respecto, parece desmedida la reacción de la policía. Incluso, si algunos jugadores hubieran querido efectivamente agredir a alguien. Sería casi de sentido común no dar palizas a delegaciones extranjeras y en un evento cuya información sale a gran parte del mundo. No hablo de entregar inmunidad a los invitados. Sólo que controlar exaltados, parece ser diferente de aporrear a un grupo de “delincuentes” y retenerlos. Menos en el “pacífico” y “civilizado” Canadá. Tierra de gringos, pero de los buena onda. Donde hasta el Liberalismo funcionaría amigablemente.

Tal vez se puede elucubrar que en Canadá, los facinerosos han de ser generalmente de piel oscura, de donde los guardianes del orden sólo hicieron su trabajo cotidiano. Que la poca popularidad del fútbol en esas tierras, no hacía muy importante el Mundial ni menos a la delegación en cuestión (de haber sido jugadores de patín hielo, les hubieran pedido autógrafos y hasta sacado fotos con ellos). Tampoco puede descartarse que la colonia chilena los tenga hartos —mucha bandera, camisetas rojas, cueca, ceacheíes y empanadas que “repiten”— y vieron su gran oportunidad de tomar revancha. O, por último, que en realidad es tan tranquilo el país, que de una vez por todas querían probar su hasta ahora virgen material represivo. Aceptémoslo y démosle crédito a ese fascista que todos llevamos dentro: no debe haber nada como relamerse con el dulce sabor del abuso de poder y la brutalidad policíaca.

Más allá de las humildes hipótesis aquí expuestas, todos sabemos que no hubieran tratado así ni a los más agresivos equipos ingleses, alemanes o suecos. Como ya se ha dicho bastante, todo apunta a un claro caso de racismo. A los “indios” y “negros” latinoamericanos —que no respetan las reglas, lo hacen todo mal o a medias, incultos, flojos y ladrones—, sí se les puede golpear. El gel y las cadenas de oro, sólo los hacía más parecidos a lo que, tal vez en el imaginario de un policía canadiense, debe ser un maleante.

En todo caso, lo más curioso del episodio me parece la reacción en Chile: se aceptó su carácter racista. Curioso porque en la propaganda ideológica y en la publicidad comercial (que hoy por hoy han llegado a ser lo mismo), se insiste en otra imagen. Como somos todos blanquitos, con una economía modelo en la galaxia (y más allá) y positivamente diferentes del resto de América Latina, es obvio que somos yunta de los blanquitos originales. Entonces, el alegato nacional viene a comprobar una doble falacia: no somos ni tan blancos, ni Chile un país tan importante, conocido ni menos respetado. El maltrato a conciudadanos por parte de la policía de inmigración española, vino a dar otra prueba.

Esta pésima experiencia de los jugadores chilenos, ¿servirá para abrir los ojos y ventear mentes? ¿Los choques eléctricos recibidos en Toronto servirán de una especie de electroshock colectivo? ¿Pondremos los chilenos los pies en la tierra y dejaremos de lado el chovinismo y los cuentos de hadas que se los creen muchos, pero los viven muy pocos? Es más, ¿podremos ver nuestro propio detestable racismo contra los pueblos originarios o los inmigrantes peruanos? ¿Se entenderá que “defender” el honor patrio mancillado diciendo cosas como “creen que todavía andamos con plumas”, es hacerlo con una afirmación altamente racista?. Como usar “indio” a modo de insulto o burla. Como decir en medio de la transmisión de un partido del propio Mundial sub 20 —“con mucho respeto” eso sí—, que en fútbol atacar desordenadamente se califica de “ataque de indios”.

Entonces, si uno lo piensa bien, ¿por qué tanto drama si cotidianamente en nuestro propio país cometemos actos similares?. ¿No hay que tener acaso mano dura con la delincuencia?. No pocas veces jóvenes infractores de ley o cualquier muchacho de una zona pobre, son tratados por la policía de modo parecido al mostrado por sus colegas canadienses. Maneras muy diferentes a cómo se relacionan con jóvenes de barrios acomodados. En Chile es una realidad diaria la discriminación por grupo socioeconómico, apariencia física y modo de hablar. Y una realidad fundada en una particular ideología sobre las diferencias entre las personas: la “gente”, la “clase media emergente” (antiguos “siúticos”) y la “gente de escasos recursos” (léase “rotos”). No somos iguales. No debemos serlo.

¿Qué pensaría Ud. de un joven con el fenotipo de algunos jugadores de la sub 20 corriendo por Ahumada?. Indudablemente un lanza, ¿no?. No se sienta mal. No es su culpa, ni tampoco la del joven. Es culpa de la distribución del ingreso y de las oportunidades socioeconómicas en Chile. Tradicionalmente en nuestro país ese reparto responde a los colores: a más blanco más dinero, cosas y “decencia”. A más moreno, menos o nada. Los genes y el consecuente fenotipo, son marcas de posición social. Es decir, en Chile el clasismo se funde con el racismo. No sólo por estética se explica esa marea “ruzia” en las féminas criollas. Es también una cuestión simbólica. La constatación de nuestra realidad en colores, no nos hace malos. Lo reprobable sería maltratar o discriminar a alguien por su color de piel, lugar de residencia o forma de hablar.

Lo más paradójico del clasismo y el racismo, es que siempre el o la clasista y el o la racista, podrán a su vez ser mirados por sobre el hombro por otros u otras. Siempre hay alguien con más dinero, cosas, “decencia”, más “blancura” o todas las anteriores. Si ya es muestra de miseria intelectual ser clasista y/o racista, lo es también de la ignorancia y el absurdo: está probado que el género humano proviene de África. En otras palabras, nuestro pasado común es negro o todos somos descendientes de negros. Es más, el carácter dominante de ese conjunto de rasgos, implica la tendencia irreversible de la humanidad a “oscurecerse”. Vaya fina ironía de la naturaleza.

Finalmente, no puedo terminar sin insistir en rechazar la imperdonable conducta de la policía de Toronto. No sólo fueron racistas y violentos. También violaron la ley pareja, esa que no es dura. Si tratan así a los “delincuentes”, ¿por qué no le tocaron ni un pelo a tanto dirigente FIFA que andaba por allá?

Andrés Monares

viernes, 3 de agosto de 2007

Cristina Fernández y la Argentina

Es que estamos tan mixturados
Florencio Escardó
“Piolín de Macramé”

Escribo esta nota con la percepción de que el inconciente colectivo uruguayo, en estos tiempos de desencuentros coyunturales con los argentinos, no tiene mucho espacio para recibir noticias de la política del otro lado del charco. Pero igualmente lo hago porque estoy persuadido de que es necesario trasmitir cómo veo la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner a la presidencia en el contexto de lo que ha pasado en los últimos cinco o seis años.

El domingo 1º de julio se anunció que Cristina, como ya la llaman en todos los estratos, será la candidata a presidente por el espacio político que lidera el presidente Kirchner. Desde entonces su candidatura concentra la atención polìtica de todo el espectro nacional; desde el peronismo-justicialismo, pasando por la desmembrada Unión Cívica Radical, terminando por ya lanzados a la presidencia, como Lavagna, la diputada del ARI, Carrió, y el aliado de Macri, López Murphy, del partido Recrear. El peronismo-justicialismo está fracturado desde las últimas elecciones presidenciales del 2003. Con la anuencia formal del Congreso Nacional Justicialista, el peronismo llegó con tres candidatos a presidente: Rodríguez Saá, ex gobernador de la provincia de San Luis y expresidente por 7 días en el 2002; Menem, ex gobernador de la provincia de La Rioja y expresidente por diez años, y Kirchner, en aquel entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz. Los tres representaban a tres formas de concebir el peronismo, y estaban, y están hoy, separados en la teoría y en la práctica. En la Unión Cívica Radical (UCR) pasaba algo parecido. En las elecciones de 2003 hubo tres candidatos que pertenecían, o habían recientemente pertenecido al partido radical; Leopoldo Moreau, el candidato oficial por la UCR; Ricardo López Murphy con su reciente partido Recrear, y Lilita Carrió, del ARI. De hecho la elección del 2003 fue una elección presidencial con la simultaneidad de internas abiertas. En mayo del 2003 asume Kirchner la presidencia insinuando una forma diferente de hacer política, más independiente, con el fuerte antecedente de que hacía un año y medio, desde los sucesos de diciembre de 2001, no había país ni democracia real.

Kirchner había iniciado su campaña nacional en el 2003 logrando el 22% del electorado; y saltó al 40% del electorado en el 2005; la propuesta de Kirchner fue aglutinar fuerzas con una propuesta nacional que superara la crisis – “estamos en el infierno”, decía – que se empezara a religitimar la autoridad en la gestión y se ordenara el tejido social, combatiendo la anomia generalizada. Los resultados han sido varios: en lo económico, crecimiento de la actividad del empleo y mayores exportaciones; en lo social, mayor participación de la sociedad en temas que antes les era ajeno, menor cantidad de pobreza e indigencia. Todo eso significó que empezó nuevamente la movilidad social, situación que en los últimos quinquenios se había tornado muy difícil en la Argentina. Desde las elecciones parciales legislativas del año 2005, ha surgido el Frente para la Victoria, la herramienta política partidaria del presidente Kirchner, para diferenciarse concretamente en el amplio espectro político argentino. Y lo ha logrado ràpidamente ése año, donde Cristina Fernández fue electa senadora por la Prov. De Buenos Aires, por ese espacio, con el 45% de los votos, rompiendo políticamente con lo que fue el duhalismo, sepultando sus aspiraciones a seguir comandando la política provincial, y a través de ella, la nacional. Ese fue un quiebre del paradigma político nacional justicialista, y de alguna forma, el surgimiento del kirchnerismo. El peronismo fue dividido, claramente dividido, en muchos de los distritos electorales provinciales y municipales. El Frente para la Victoria ha quebrado muchas estructuras tradicionales de la política. Quizá se aleje del justicialismo, quizá lo potencie con otro nombre y otros hombres y mujeres. Hizo alianzas diferentes según las coyunturas provinciales y municipales, y sus acciones políticas tienen un cometido claro: unir a la Argentina en el camino hacia una nueva forma de hacer política.

El llamado a la Concertación plural argentina, emulando a Chile, lanzada hace un año por Kirchner ha dado sus frutos. Las nuevas alianzas muestran un nuevo mapa político. Hay gobernadores que proviniendo de la UCR, y manteniendo su pertenencia, adhieren al llamado plural del presidente. Lo mismo diputados e intendentes de ese partido, a lo ancho y a lo largo del país. Hay peronistas-justicialistas que adhieren también a la Concertación plural. Hay otros que no, y están en minoría en el Congreso nacional partidario y están ó con la candidatura de Lavagna o cerca de Menem y Rodríguez Saá. Todos sin peso politico hoy reconocido.

Dicen que dos gobiernos sucesivos, con reelección, no tienen buen final, al menos en estas latitudes, de institucionalidades débiles. Son ejemplo Perón y Menem. La decisión de Néstor Kirchner de no avanzar en falso hacia otro período de gobierno comandado por él, tiene que ver con su decisión de quebrar esas tendencias de perpetuación con rasgos hegemónicos. No quiere repetir la historia, y eso es respetable y considerable. Actualmente su imagen positiva oscila entre el 65 y el 75% de los argentinos. La senadora Cristina Fernández de Kirchner tiene una imagen que ronda el 50%. No sabemos si otro en su lugar hubiera hecho esta jugada política.

Algo ha cambiado en la Argentina. Con poco, en cuatro años, se ha hecho mucho. Ya en su primer año de gobierno llamó la atención a muchos que en “no recibiera en la Casa Rosada” a los representantes de las corporaciones económicas, sindicales y religiosas, cambiando la forma tradicional de gobernar, ésa de negociar con todos y después aplicar las políticas públicas. Y también llamó la atención de que no hubiera “barrido” con los funcionarios menemistas y duhalistas del gobierno. Hizo cambios, pero no salvajes, como otros que lo precedieron. Kirchner hizo de la frase “Argentina, un país en serio” el eje directriz de su gobierno.

Se puede afirmar que estos años de gobierno han mostrado la concepción filosófica política que encarna el matrimonio Kirchner-Fernández, que está más cerca del tercer movimiento histórico, nacional y popular, que de las formalidades de los órganos partidarios que quedan en los aparatos de los partidos.

Hay más actividad en general, de todo tipo; la economía crece, la sociedad tiene más respaldo provisional, las reservas crecen, hay movimiento vertical económica y socialmente, las organizaciones no gubernamentales tienen más participación, las instituciones públicas dan muestra de una necesidad imperiosa de aggiornamiento para adecuarse a las actuales demandas, los servicios públicos (oficiales y privados) están siendo mirados con ojos más críticos que hace un tiempo, etc, etc-.

Cristina Fernández es un cuadro político. La actual senadora tiene una larga experiencia como diputada nacional; desde allí enfrentó al menemismo ganándose la expulsión del bloque justicialista. Poseedora de una definida personalidad evidenciada en su temple político, con un discurso político propio pero afín al proyecto nacional compartido con Néstor Kirchner, ha tenido un excelente desempeño cada vez que ha representado al país en el concierto internacional y ha manifestado, entre otras cosas, que quiere una mayor calidad institucional, algo muy necesario para avanzar en las consolidaciones pendientes. Sintetizando su pensamiento político, hace una semana, en su primer discurso como candidata, cerrando el II Congreso Internacional de Filosofía, dijo: “Si alguna vez como parte de una generación, soñamos con cambiar el mundo, hoy estamos más humildes: apenas soñamos con ayudar a cambiar nuestro país y a que cambie la región”. Hoy lanza Cristina su candidatura en La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, la ciudad donde nació. Aparece como la próxima presidente latinoamericana, le espera la continuación y consolidación de este proceso de cambio. Una mujer cambió una gran parte de la historia argentina, para bien: Eva Duarte, “Evita”, junto a Perón. Ya muchos la comparan. Pero todas las comparaciones son odiosas. Este es otro tiempo. Veremos.

Fabián Muñoz Rojo, desde Buenos Aires.

viernes, 27 de abril de 2007

Fundamentalismo en la educación

Con el transcurso de los días se van clarificando las posiciones en torno al proyecto de ley presentado por el gobierno que aspira modificar la LOCE actual. La semana pasada dejé constancia que la LOCE que nos rige fue promulgada un día antes que Pinochet entregara el gobierno, aunque con la precaución de no abandonar la escena y conservar el poder militar en calidad de comandante en jefe del Ejército como una forma de asegurarse que ni la LOCE ni otras leyes de amarre fueran modificadas. Tiempos de democracia vigilada.

Este dato no es marginal. Es preciso recordar que en su momento, la LOCE buscó plasmar el fundamentalismo de mercado en el campo educacional a sangre y fuego. En el ámbito político la derecha tomó sus resguardos imponiendo un sistema electoral binominal que ha inflado su peso político en el parlamento por sobre su peso real; en el ámbito comunicacional controla los principales medios de comunicación nacional. Una ley promulgada con rango tal que no basta una mayoría simple para cambiarla, lo que explica que a la fecha ni siquiera se haya intentado modificarla.

Fundamentalismo expresado en el desmantelamiento del rol estatal en materia educativa; la apertura de espacios al financiamiento privado en la educación y el financiamiento público a establecimientos educacionales privados con fines de lucro. No hay que olvidar que esto fue precedido en 1981 con el traspaso de las escuelas y liceos públicos a los municipios sin el correspondiente traspaso de recursos, atribuciones y competencias. Todo esto a espaldas de la ciudadanía.

La consecuencia no es sino la que observamos hoy. Una educación segregada, excluyente, desfinanciada, y de mala calidad. Suele ponerse énfasis que la educación municipal es de mala calidad, pero en honor a la verdad todo el sistema educacional chileno es de mala calidad, incluido el particular pagado. Las pruebas internacionales así lo demuestran. Incluso más, me atrevería a afirmar que la educación particular es más ineficiente que la pública si se considera que opera con al menos el triple de recursos que los establecimientos municipales y con los sectores de mayor capital social-cultural. Por tanto, que sus alumnos obtengan más altos puntajes en las pruebas SIMCE o PSU no indican nada.

Bajo el actual sistema educacional, cuyo marco está dado por la LOCE actual, estamos perpetuando la segregación, incrementando la desigualdad social y la exclusión consiguiente. Con un sistema como el actual no tenemos futuro. Así de simple. El movimiento pingüino no hizo más que poner sobre la mesa esta realidad que no fuimos capaces de prever oportunamente.

jueves, 12 de abril de 2007

La LOCE en acción

No deja de impresionar la visceral reacción opositora ante la intención gubernamental por modificar la ley orgánica constitucional de enseñanza (LOCE). No está de más recordar que ella fue promulgada, entre gallos y medianoches, el 10 de marzo de 1990, un día antes de que Pinochet entregara el gobierno a Aylwin. Cualquier gobierno relativamente decente se habría abstenido de promulgar a último minuto una ley que compromete el futuro de todo un sector, el educacional. Más encima, una ley promulgada a espaldas de la opinión pública, sin debate alguno, salvo el que se debe haber dado entre los expertos y prohombres del gobierno. Si a eso se agrega, los altos quorums exigidos para su modificación, así como el sistema electoral binominal que ha inflado a la derecha, llegamos a la realidad educacional actual: de mala calidad en la que impera una lógica libremercadista extrema y una LOCE inmodificable, que a la fecha la propia Concertación no se ha dado siquiera la molestia de intentar modificarla por no contar en el Congreso con la mayoría requerida. Eso hasta hoy, cuando gatillado por la revolución pingüina, el gobierno decide enviar al Congreso un proyecto de ley destinado a modificar la LOCE.
Actualmente la LOCE se centra en que el Estado debe resguardar la libertad de enseñanza, sin prestar similar atención al derecho a la educación. El proyecto propone equiparar ambos derechos. La LOCE actual no obliga al Estado a financiar un sistema gratuito que asegure el acceso a la enseñanza preescolar; la modificación extiende esta obligación a la enseñanza preescolar.
En la actualidad la LOCE permite el financiamiento público a instituciones educacionales privadas con fines de lucro, creadas sin mayores exigencias respecto de su creación y continuidad. En paralelo las escuelas municipales deben funcionar con subvenciones irrisorias basadas en la asistencia y sin real autonomía. El resultado lo tenemos a la vista: una educación de mala calidad. Por eso extraña que se afirme que la LOCE no tiene nada que ver con una educación de calidad: tiene mucho que ver. Lo anterior no implica que la LOCE sea la solución para una educación de calidad, pero ella contiene las bases conceptuales, los fundamentos, los cimientos, sobre las cuales se construye el sistema educativo. Lo que corresponde es que ella recoja la amplia experiencia nacional e internacional en la materia.
La derecha ha puesto el grito en el cielo por el tema del lucro. El quid del asunto es otro: la calidad de la educación que queremos y una magnitud y destino del financiamiento público consistente con el nivel de calidad al que se aspira; que las reglas de juego sean parejas para todos; y que exista una rendición de cuentas transparente respecto del financiamiento público que reciben las instituciones educativas. No es justo que unos puedan seleccionar y otros no. No es justo que para unos rija un estatuto docente y para otros no. No es justo que existan establecimientos con financiamiento público que puedan lucrar y otros no. No es justo que con recursos públicos se haga lo que se les de la gana. De esto y muchas otras cosas es lo que el proyecto trata e invita a debatir con altura de miras. Ni mas ni menos que todo lo que no se hizo con la LOCE del 10 de marzo de 1990.
La pretensión de la derecha por perpetuar una LOCE fraguada entre cuatro paredes nos está costando caro, y por tanto ella debe asumir en plenitud su responsabilidad en la materia.

jueves, 5 de abril de 2007

La dependencia tecnológica

Intenté suspender la suscripción del diario por unos días por ausentarme de casa, pero no me fue posible porque “el sistema estaba caído” y con muy buenas palabras me dijeron que no podían hacer nada. Hace unos días quise pagar mis cuentas de luz en una de las tantas casa de pago de cuentas, pero un letrero me frenó en seco: “Disculpe las molestias, el servicio está suspendido por caída del sistema”.

El broche de oro de la dependencia respecto de la tecnología en la sociedad chilena está dado por el fiasco del transantiago. No están operativos los sistemas o dispositivos tecnológicos (de gestión de flota, GPS, cámaras, botones de pánico, etc.) destinados a monitorear la cantidad, recorridos, frecuencias de buses y pasajeros, y el sistema de transporte público en la capital del reino se desploma con consecuencias a la vista de todos.

Si bien existen múltiples definiciones en torno a la tecnología, para no complicarnos mayormente asumiremos que la tecnología es un conjunto de inventos, técnicas y/o conocimientos vinculados a la generación de un ambiente, sector o producto en particular. Toda tecnología conlleva la aplicación del conocimiento en los mas diversos procesos productivos con miras a hacerlos más eficientes y rentables. Ella encierra conocimiento acumulado en el tiempo a partir de la experiencia, la observación y la aspiración por reducir el esfuerzo o trabajo manual.

Desde la segunda mitad del siglo pasado el avance tecnológico ha tomado un vuelo tal que se manifiesta en la proliferación y masificación de artefactos en la sociedad que ni nuestros propios padres se hubiesen soñado. Lo que más llama la atención es la autonomía que ha adquirido este vuelo. En efecto, el desarrollo tecnológico ha tomado vuelo propio, autónomo cuyas consecuencias sobre la sociedad, los países y las personas no se logran dimensionar.

Existe la sensación que el desarrollo tecnológico tiene un curso único, dado, que no podríamos alterar, que condiciona nuestras vidas, frente al cual solo cabe resignarnos. Como si fuera el mercado el que determinara su curso. Sin embargo ella es una verdad a medias, porque en estricto rigor, en la actualidad el devenir tecnológico está determinado por unas pocas y grandes empresas multinacionales que a su vez condicionan el comportamiento de los consumidores por la vía publicitaria de modo que el consumo se oriente hacia donde ellos desean.

Vivimos tiempos caracterizados por la alta tasa de uso tecnológico en los procesos productivos y en la sociedad en general, lo que explica la dependencia tecnológica en que nos desenvolvemos. Basta que se caiga un sistema para que se nos descuadre la existencia misma. es hora que no solo la sociedad se adapte a la tecnología imperante, sino que incida en su curso participando en las decisiones en torno al desarrollo tecnológico.

viernes, 30 de marzo de 2007

La violencia desatada

Esta vez fue en el marco del día del joven combatiente que se vivió una nueva jornada de violencia. El epicentro estuvo en el centro de la capital del reino y algunas de sus poblaciones. El saldo final fue del orden de medio millar de detenidos –en su mayoría menores de edad-, carabineros acorralados y lesionados, buses del transantiago, bienes públicos y privados destruidos.

Mas allá que los medios de comunicación incrementen y/o distorsionen la magnitud de lo ocurrido y del aprovechamiento del lumpen, estamos ante hechos graves que deben inducirnos a clamar no solo por más orden y seguridad, sino que a reflexionar por la sociedad que estamos construyendo.

Cuando vemos a menores lanzando bombas molotov y piedras a diestra y siniestra en tierra de nadie; a una turba acosando a una jueza indefensa que se movilizaba en su vehículo; la violencia de los ataques al Hospital del Trabajador, en todos estos actos visualizo un común denominador: la cobardía.

Una cobardía amparada en el anonimato que proporciona el pasamontaña, el pañuelo, la multitud, la inacción de terceros. Me recuerda la cobardía de quienes en tiempos del innombrable torturaban y tiraban vivos al mar por órdenes superiores. Una cobardía amparada en el ataque a mansalva por la espalda, en la indefensión de los atacados, en el desequilibrio de las fuerzas en pugna. De valientes es combatir de igual a igual, frente a frente. Nada de eso hemos visto. La violencia solo genera más violencia, se entra al terreno de la irracionalidad, en el que no gana nadie. Todos perdemos.

Por suerte no son todos los jóvenes los involucrados, ni siquiera la mayoría de ellos, pero así y todo no deja de ser preocupante. Esto se sabe cómo comienza, pero no como termina, y lo que es peor, si no se aborda apropiadamente, puede desencadenar un proceso, una escalada de mal presagio.

Podemos sacarnos el pillo con que esto se da en todo el mundo. En la misma semana, la detención de un joven en la capital de Francia por andar en el metro sin su boleto, gatilló una protesta que duró horas. Y no hace mucho, en París ardió por varios días a raíz de la actuación de la policía con dos jóvenes inmigrantes. Pero eso no nos exime de la cuota de responsabilidad que nos cabe. Debemos encontrar respuesta a las preguntas: ¿qué estamos dejando de hacer para que esto ocurra? ¿qué estamos haciendo para que esto ocurra? ¿qué debemos hacer para que esto no ocurra?

Junto con oponernos a la violencia física observada, con la misma fuerza, ni más ni menos, debemos indagar respecto de las causas, el trasfondo de estas erupciones –la marginalidad y exclusión de muchos-. No podemos ser condescendientes con la violencia ni con sus causas, las que también nos violentan. El mensaje subyacente al mundo político -tras las violentas jornadas de ayer, hoy y siempre-, es la necesidad de abordar sin mayor demora las causas de la violencia desatada.

viernes, 23 de marzo de 2007

La voz de los expertos

Los problemas que debemos enfrentar como sociedad, para su resolución, se pueden abordar desde distintas perspectivas. En general, éstas se clasifican en dos grandes categorías: el enfoque técnico y el conductual.

El primero de ellos, pone el énfasis en la naturaleza técnica de los problemas y sus soluciones. Apela a la voz de los expertos. Son ellos los que deben buscar las soluciones, los que “tienen” las soluciones. Los avances científico-tecnológicos han sacado a los expertos del ostracismo y los han puesto en la vitrina a vista y paciencia de todos. Son los nuevos dioses, los que tienen la última palabra. Quienes no son expertos no tienen pito que tocar. Son las personas y la sociedad en general las que deben adaptarse a las soluciones planteadas por los expertos.

Si la realidad no se comporta de acuerdo a los modelos y predicciones de los expertos, no son los expertos los que han fallado, ni los modelos ni sus predicciones. Para los expertos sería la realidad la que está fallando, pues es ésta la que tiene que ajustarse al modelo. A este grupo tienden a adscribirse los tecnófilos o tecno-optimistas, quienes confían a ojos cerrados en las bondades y posibilidades que ofrece la tecnología para resolver problemas por gordos que sean.

El otro enfoque para la resolución de los problemas, el conductual, pone el acento en las personas, las organizaciones, los grupos humanos, sus comportamientos y culturas, en el impacto que tienen las alternativas de solución sobre las personas y la sociedad en general, así como en sus posibilidades de implementación. En consecuencia, bajo esta visión, toda propuesta de solución debe considerar a los diferentes actores sociales involucrados. A diferencia del enfoque técnico, los protagonistas no son los expertos ni las tecnologías, sino las personas, los grupos humanos comprometidos. Quienes se adscriben a este enfoque tienden a ser tecnófobos o tecno-pesimistas, convencidos que las soluciones basadas en tecnología generan más malestar que bienestar y que ningún proyecto tecnológico es autónomo puesto que siempre estará al servicio de proyectos o grupos políticos y/o económicos, explícitos e implícitos.

Pero no todo es blanco o negro, y así es como surge el enfoque sociotécnico que busca recoger lo mejor de ambos enfoques amortiguando lo negativo. Este enfoque procura el ajuste o alineamiento mutuo de la tecnología y las organizaciones hasta que sea satisfactorio. Lo que implica que la tecnología debe adaptarse a las personas, pero que estas también tengan la disposición para modificar sus patrones de comportamiento al sopesar las beneficios/perjuicios que toda innovación tecnológica conlleve.

Estas líneas están escritas en el contexto de la implementación del nuevo sistema de transporte público en la capital del reino. A modo de ejemplo, los recorridos parecen haberse definido a espaldas de la ciudadanía. Al menos eso es lo que se percibe por la reacción de los municipios y los múltiples cambios que se han debido realizar sobre la marcha. En consecuencia, se habría impuesto un modelo donde expertos(tengo serias dudas que éstos hagan uso diario del sistema público de transporte que diseñaron) parecen haber diseñado un sistema creyéndose el cuento de que las personas se adaptarían a cómo diera lugar. Como mansas ovejitas.

lunes, 5 de marzo de 2007

Palos de ciego

Palos de ciego

por Andrés Monares


Una vez comenzado el tan anunciado Transantiago y al comprobar en carne propia las largas esperas, la no coordinación de las combinaciones entre microbuses, la baja de frecuencia y la falta de recorridos en ciertos sectores, es imposible no ser parte del descontento popular. Porque, esas fallas no tienen nada que ver con la resistencia al cambio de los usuarios o la desinformación (la cual de hecho fue escasa, considerando un cambio de tales proporciones y en una ciudad de más de cinco millones de habitantes).

Ante los errores de planificación del proyecto, curiosamente no pocos reproches públicos se han dirigido contra Iván Zamorano. La cara visible del nuevo sistema de transporte público capitalino, ha recibido quizás más críticas que sus diseñadores de la administración Lagos y que sus obligados realizadores del gobierno de Bachelet. Y esas diatribas no se las han dirigido precisamente por el trascendido monto de sus honorarios, esos nada despreciables $300 millones. Si no, simplemente, por ser el “rostro” del sistema.

Desde el punto de vista de la política —no del mercadeo comunicacional—, no deja de ser curioso que se ataque una figura publicitaria en igual o mayor medida que a los responsables políticos y técnicos de los problemas. Pues, Iván Zamorano no tiene culpa alguna de esas dificultades. Su única falta podría ser haberse arrendado para publicitar un sistema con fallas de diseño. No sólo con desajustes por estar “en rodaje” (De hecho, que yo recuerde, nadie lo culpa por el mal servicio de una transnacional de las comunicaciones de la cual también fue “rostro” publicitario).

Frente a esa particular expresión de descontento popular —donde las personas descargan su ira contra nuestro otrora héroe deportivo, ante las sesudas y dirigidas preguntas de algunos periodistas— queda patente el nivel de desorganización social del país. Pues, si no nos dan cámara o micrófonos, no habría más reacción que refunfuñar junto al interlocutor de turno en una parada, arriba de un bus o de un carro del Metro. Porque “tomarse” un micro o hacer barricadas y romper los paraderos que uno mismo, su familia y sus vecinos usan, no es el mejor ejemplo de organización, ni de presión o propuesta ciudadana. No sólo es una expresión impotencia, sino sobre todo de desorganización en un contexto con partidos que ya no representan ni salvaguardan a casi nadie.

Pero también, quedan en evidencia los palos de ciego que está dando la ciudadanía molesta con el Transantiago. Unos garrotazos que además no dignifican mucho nuestras capacidades de abstracción y crítica. Sería diferente reprochar los millones de pesos —no sé si justificados— que todos pagamos a Zamorano. Visto así, ¿cómo definen la política los chilenos?, ¿cómo entienden el papel del gobierno y su propio rol de ciudadanos?. Porque en realidad, los únicos que deberían ser criticados son las autoridades políticas.

Que el Ministro Espejo dé la cara y explicaciones, no es por “paleteado”; es su deber. Que Bachelet interrumpa sus vacaciones, también es parte de sus responsabilidades. Es obvio regresar cuando hay tal caos en la capital del país, donde además habita un tercio de su población. Ambos trabajan para todos nosotros. No sólo por pagarles su salario. Es la lógica de la democracia (incluso de ésta): nosotros somos los mandantes y ellos los mandatarios. Es su obligación encargarse del asunto. Y nuestro deber hacer que lo asuman.

Sin embargo, aunque Bachelet no sea santa de mi devoción, no es posible olvidar que una vez más está tapando los hoyos que dejara Lagos. Fue él quien “dejó listo” el Transantiago. Fue él quien prefirió hacer del Metro su esqueleto, en una ciudad que no cuenta en gran parte de ella con una red de trenes urbanos y donde cada kilómetro de un sistema de buses de alta calidad cuesta aproximadamente US $ 2 millones, en comparación a los por lo menos US $30 millones de kilómetro de Metro (cuando se trató de cortar cintas de obras marqueteras ante las cámaras de televisión, sí pudo meter la mano al bolsillo del Estado el gobierno “socialista” con el gasto social más restrictivo de todos los de la Concertación). Y, la guinda de la torta, fue el propio Lagos quien autorizó el cambio de uso de suelo para que Santiago creciera casi un 50% más: ¿cuándo se deberá extender de nuevo el Transantiago para cubrir una capital aún más grande?, ¿quiénes pagarán los millones por los estudios y el proyecto?, ¿quiénes sufrirán por trayectos todavía más largos y demorosos?

Cómo se facilita la pega y construir una imagen pública positiva cuando se dejan los “cachos” a los sucesores. Entonces, al recordar el alto nivel de respaldo que aún tiene Lagos en las encuestas, es manifiesto que definitivamente los chilenos reprobamos en civilidad. ¡Qué facilidades damos para que nos pasen gato por liebre!, ¡Qué impunidad regalamos a los actos de nuestros empleados! Ese es el problema cuando en una nación sólo hay habitantes y no sociedad civil. Ese sí que es un “tema país”. El cual hace rato en varios ámbitos nos está pasando la cuenta a todos.

Esperemos se arregle pronto el transporte público para que no siga siendo un Transanfiasco para la mayoría de santiaguinos que lo utilizamos y llegue a ser un real incentivo para que el resto no use su automóvil (aparte de descontaminar y elevar la calidad de vida). Por ahora, sólo resta especular con qué cariño recordarán Bachelet y Zamorano al “estadista” por dejarlos clavados con este Transancaos. Ahora bien, al menos el ex futbolista se llevó unos cuantos pesos. En el caso de la Presidenta, uno de corazón desea que algún día les haga la desconocida a sus asesores y exponga públicamente su irritación por tener que ocuparse una y otra vez de problemas heredados: de negociaciones inconclusas, de proyectos anunciados pero no financiados, de obras a medias o mal diseñadas, etc.

Tal vez en agosto por fin la veamos sincerarse con su antecesor. Cuando suba el pasaje del Transantiago; no cuando se reajuste... ¿O Ud. creía que la maravilla de tres viajes dentro de 90 minutos por $ 380.- sería permanente? Siempre se podrá sacar más jugo de ese limón: para la gran mayoría de santiaguinos, su demanda de trasporte público es inelástica.

viernes, 2 de febrero de 2007

Transantiago: un desafío mayúsculo

En Chile, desde hace tiempo se anuncia que el nuevo sistema de transporte público, Transantiago, ya viene y que está condenado al fracaso, ya sea por ineptitud de quienes fraguaron el plan, de quienes lo implementarán, o simplemente, porque no está alineado con nuestra “cultura nacional”.

La complejidad y envergadura de las grandes ciudades, plantean desafíos enormes. De allí que toda iniciativa conducente a resolver sus problemas sea de interés monitorear lo que ocurrirá para aprender y extraer las conclusiones que sean pertinentes.

El tema del transporte público en Santiago, y en todo el país, está muy lejos de tener las características que nos merecemos. Ineficiente, contaminante, incómodo, no resulta una alternativa atractiva. En vez de desincentivar el uso del automóvil, lo incentiva, promoviendo soluciones individuales. Esta es la realidad que desde hace años se vive en el país. Para el nivel de ingreso per cápita que tiene el país, esto ya no se sostiene.

Esto de que una micro pare en cualquier parte y cuando a uno le de la gana; o esa avivada criolla de “me lleva por cien pesos”; que el chofer conduzca y al mismo tiempo cobre, no se sostiene en ningún país. O que todas las micros atraviesen la ciudad de un extremo a otro pasando por el centro: en Santiago por la Alameda; en Talca por la 2 Sur; en Arica por 18 de Septiembre.

Estas costumbres tan arraigadas no se pudieron alterar ni en tiempos del innombrable, quien ni siquiera hizo el intento por abordarlo para no comprarse problemas gratis. Sin embargo, el crecimiento de la ciudad y sus altos niveles de contaminación, han obligado a los gobiernos de la Concertación a enfrentar a fondo el sistema de transporte público.

Años atrás se hizo un intento cuando se procuró que los conductores se limitaran a conducir y los pasajes se emitieran automáticamente mediante máquinas que recibían monedas y billetes. Fue un sonado fracaso, ya sea porque no todas las micros tenían tales máquinas, porque muchas de ellas no funcionaban o funcionaban mal, o porque los pasajeros –nosotros- preferíamos pasarles las monedas a los choferes y éstos las metieran en las máquinas, o porque no teníamos sencillo.

En esta ocasión no se puede fracasar, pero para ello es indispensable la colaboración de todos los involucrados. Se trata de un desafío, no solo para el gobierno, sino que para todos sus actores –pasajeros, conductores, empresarios, autoridades-, quienes deberán poner la mejor voluntad para salir airosos. Una prueba de fuego, en el que partir del 10 de febrero podremos saber si estamos en condiciones de abandonar un pasado representado por el actual sistema de transporte público, e ingresar al desarrollo simbolizado por un transporte público más eficiente.

viernes, 26 de enero de 2007

La Aventura del Pensamiento

Y que fué, acá estamos otra vez!!!!