Con el transcurso de los días se van clarificando las posiciones en torno al proyecto de ley presentado por el gobierno que aspira modificar la LOCE actual. La semana pasada dejé constancia que la LOCE que nos rige fue promulgada un día antes que Pinochet entregara el gobierno, aunque con la precaución de no abandonar la escena y conservar el poder militar en calidad de comandante en jefe del Ejército como una forma de asegurarse que ni la LOCE ni otras leyes de amarre fueran modificadas. Tiempos de democracia vigilada.
Este dato no es marginal. Es preciso recordar que en su momento, la LOCE buscó plasmar el fundamentalismo de mercado en el campo educacional a sangre y fuego. En el ámbito político la derecha tomó sus resguardos imponiendo un sistema electoral binominal que ha inflado su peso político en el parlamento por sobre su peso real; en el ámbito comunicacional controla los principales medios de comunicación nacional. Una ley promulgada con rango tal que no basta una mayoría simple para cambiarla, lo que explica que a la fecha ni siquiera se haya intentado modificarla.
Fundamentalismo expresado en el desmantelamiento del rol estatal en materia educativa; la apertura de espacios al financiamiento privado en la educación y el financiamiento público a establecimientos educacionales privados con fines de lucro. No hay que olvidar que esto fue precedido en 1981 con el traspaso de las escuelas y liceos públicos a los municipios sin el correspondiente traspaso de recursos, atribuciones y competencias. Todo esto a espaldas de la ciudadanía.
La consecuencia no es sino la que observamos hoy. Una educación segregada, excluyente, desfinanciada, y de mala calidad. Suele ponerse énfasis que la educación municipal es de mala calidad, pero en honor a la verdad todo el sistema educacional chileno es de mala calidad, incluido el particular pagado. Las pruebas internacionales así lo demuestran. Incluso más, me atrevería a afirmar que la educación particular es más ineficiente que la pública si se considera que opera con al menos el triple de recursos que los establecimientos municipales y con los sectores de mayor capital social-cultural. Por tanto, que sus alumnos obtengan más altos puntajes en las pruebas SIMCE o PSU no indican nada.
Bajo el actual sistema educacional, cuyo marco está dado por la LOCE actual, estamos perpetuando la segregación, incrementando la desigualdad social y la exclusión consiguiente. Con un sistema como el actual no tenemos futuro. Así de simple. El movimiento pingüino no hizo más que poner sobre la mesa esta realidad que no fuimos capaces de prever oportunamente.
Este dato no es marginal. Es preciso recordar que en su momento, la LOCE buscó plasmar el fundamentalismo de mercado en el campo educacional a sangre y fuego. En el ámbito político la derecha tomó sus resguardos imponiendo un sistema electoral binominal que ha inflado su peso político en el parlamento por sobre su peso real; en el ámbito comunicacional controla los principales medios de comunicación nacional. Una ley promulgada con rango tal que no basta una mayoría simple para cambiarla, lo que explica que a la fecha ni siquiera se haya intentado modificarla.
Fundamentalismo expresado en el desmantelamiento del rol estatal en materia educativa; la apertura de espacios al financiamiento privado en la educación y el financiamiento público a establecimientos educacionales privados con fines de lucro. No hay que olvidar que esto fue precedido en 1981 con el traspaso de las escuelas y liceos públicos a los municipios sin el correspondiente traspaso de recursos, atribuciones y competencias. Todo esto a espaldas de la ciudadanía.
La consecuencia no es sino la que observamos hoy. Una educación segregada, excluyente, desfinanciada, y de mala calidad. Suele ponerse énfasis que la educación municipal es de mala calidad, pero en honor a la verdad todo el sistema educacional chileno es de mala calidad, incluido el particular pagado. Las pruebas internacionales así lo demuestran. Incluso más, me atrevería a afirmar que la educación particular es más ineficiente que la pública si se considera que opera con al menos el triple de recursos que los establecimientos municipales y con los sectores de mayor capital social-cultural. Por tanto, que sus alumnos obtengan más altos puntajes en las pruebas SIMCE o PSU no indican nada.
Bajo el actual sistema educacional, cuyo marco está dado por la LOCE actual, estamos perpetuando la segregación, incrementando la desigualdad social y la exclusión consiguiente. Con un sistema como el actual no tenemos futuro. Así de simple. El movimiento pingüino no hizo más que poner sobre la mesa esta realidad que no fuimos capaces de prever oportunamente.
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