La prensa le dio una gran difusión a las (primeras) declaraciones de Ricardo Lagos sobre el proyecto estrella y prioritario de su administración: Transantiago. Se nos ha informado con prodigalidad de su “mea culpa”. Dijo el “estadista” por antonomasia, bienamado de los grandes empresarios y actual “Capitán Planeta” Benemérito: “Por mi parte asumo la responsabilidad de haber tomado una decisión indispensable para que Santiago sea una ciudad moderna, con un sistema de transporte integrado, donde el metro juegue el rol articulador como ocurre en todas las ciudades con buen transporte público en el mundo”.
Cuando uno lee sus declaraciones, se encuentra con una evidente contradicción con cómo fueron presentadas en las cuñas periodísticas. ¿Esa soberbia autojustificatoria es asumir la responsabilidad por el Transanfiasco? En realidad, uno no sabe si quedar atónito por sus palabras en sí o por los dichos de los medios tan alejados de la verdad o tan comprometidos. En fin, no es la ocasión para alegar porque los periodistas nos informan lo que quieren y no lo que sucede. Concentrémonos en nuestro ex Presidente. Derechamente sus palabras son indignantes para todos quienes nos movilizamos a diario en Transantiago. Uno puede llegar a reírse al escuchar los dichos maqueteados y marqueteros de muchos políticos. Sin embargo, en esta ocasión el personaje se pasó de la raya. Ya no en centímetros, sino en kilómetros.
Como muestra del sistemita que nos legó el “estadista”, hace unos meses quien escribe quedó botado un día hábil a las 23 horas en Providencia con Manuel Montt. Solución: caminar los alrededor de dos kilómetros y medio hasta Irarrázaval... Ud. dirá, pero eso fue antes de las “soluciones” de Cortázar. ¡Cuidado!: hace dos días demoré una hora y media para llegar a mi trabajo, en un recorrido de unos 40 minutos a lo más. La mayor parte del tiempo —donde espero el bus de acercamiento y donde hago trasbordo— tuve que ver cómo pasaban buses repletos llevando ciudadanos enlatados. Sin embargo, esta (a)normalidad son historias de niños de pecho cuando se sabe qué soportan cotidianamente otros habitantes de la capital: largas caminatas y esperas, levantadas de madrugada, descuentos de sueldo por atrasos, empujones y codazos para subirse o bajar de un bus. Soy un afortunado en comparación a las humillaciones y dificultades diarias (ida y vuelta) sufridas por aquellos... ¡desde febrero! De hecho, para mí es un misterio cómo lo hacen cada día embarazadas, enfermos, ancianos, personas con niños, los propios niños o cualquiera que deba movilizarse cargado en los buses atestados de gente.
Mas, en realidad Lagos no habría cometido falta alguna... según afirma él mismo. A pesar de ordenar y aprobar un determinado diseño de transporte público, sólo sería culpable de querer mejorar nuestras vidas. O sea, es un incomprendido víctima de quienes quieren sacar mezquinos dividendos políticos, de esos que hubieran querido faltarle el respeto a su investidura... ¿de “Capitán Planeta”? Pues, que yo sepa, actualmente no ocupa ningún cargo en el Estado y aunque así fuera ello no lo hace intocable. Cómo se ha de estar revolcando en su tumba Calderón de la Barca por este “remake” dirigido y protagonizado por Ricardo “Segismundo” Lagos: ¡Oh, mísero de mi!, ¿qué pecado cometí para que me tratéis así?... Qué malos somos los “usuarios” santiaguinos con tan insigne personaje, quien únicamente deseaba nuestro bienestar.
Lamentablemente, los académicos de la División de Transporte del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, contradicen el incomprendido altruismo de Lagos (¿acaso querrán también sacar mezquinos dividendos políticos?). Estos especialistas señalan que los microbuses amarillos sumaban más de 8 mil y que el diseño de Transantiago estimó en principio aproximadamente la mitad. Al problema de tal carencia de buses, se sumó la estimación de que ese número podría cumplir una meta indispensable para la “socialista” administración Lagos: subsidio cero. ¡Bajar el número de buses fue una decisión planificada para reducir los costos de las empresas operadoras privadas! De tal modo, el hacinamiento, las bajas frecuencias y el aumento en el número de trasbordos desde un 10% hasta un 60 u 80% de los viajes, ¡siempre estuvieron contemplados!
A pesar de los hechos innegables y del chaparrón que ha debido soportar el (des)gobierno de Bachelet (ojo: esto fue un comentario machista), Lagos se hizo invisible por meses. Sin ninguna vergüenza se escondió y nada dijo sobre el tema. Sólo salió a la luz pública hace unos pocos días. Únicamente cuando, por la presión realizada por la Comisión investigadora de la Cámara, se vio obligado a hacer esas singulares declaraciones.
Con lo que se ha ido sabiendo sobre Transantiago y sobre todo con las penurias diarias de los “usuarios”, lo mínimo es que Lagos se movilice en micro. Aunque seguro ya ni se acuerda cómo son las “góndolas”... pues hace años todos los chilenos y chilenas le venimos pagando lujosos autos con chofer (hasta una vez dejada la presidencia, sus guardaespaldas de Carabineros se financian con dineros fiscales). Afortunadamente, no tiene de qué preocuparse en cuanto a que el transporte público pueda atentar o no respetar su investidura. Transantiago es “un sistema de transporte integrado, donde el metro [juega] el rol articulador como ocurre en todas las ciudades con buen transporte público en el mundo”. ¡Qué duda cabe!. La única cuestión que resta aclarar es cuánto calzará Lagos.
Andrés Monares
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1 comentario:
tu experiencia con el transantiago amerita la reacción, pero desde regiones tenemos otra mirada... lo realizado con el transantiago pareciera que es uno de los ejes de la política regionalizadora en que estaría empeñado el gobierno...
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