Señor lector, recientemente me contaron la historia de un chamaco latino-americano que se fue al Norte a los diecisiete anos. Tuvo la gran suerte de ser acompañado por sus padres y hermanos. A este chico le gustaban las películas de cowboys y de piratas provenientes de Hollywood. Antes de que este chicuelo hubiese nacido, su padre había estudiado en una universidad de prestigio, en Michigan, y había vuelto al Sur para continuar trabajando en una empresa norte-americana. Al hijo le gustaba escuchar a su padre hablar inglés, sin entender lo que decía, porque le agradaba ese sonido salpicado de eses, incluso él imitaba al padre con elocuciones inventadas y se regocijaba cuando el papá le decía que había dicho algo en inglés, que luego le traducía. El padre jubiló, por razones de salud, y se mudó con su familia al Norte. El hijo adolescente se integró al liceo como pudo, conforme con su situación de inmigrante en un país tan grande, con tantas cosas desconocidas, pero con valores altruistas. El muchacho no estaba bien dotado intelectualmente, pero tenia buena voluntad, y fue encontrando lo que la vida le deparaba, sus ojos dispuestos a ver lo bueno, su corazón incapaz de ver lo malo. Uno que otro puñetazo inesperado lo fue despabilando, pero solo hasta cierto punto.
Han pasado más de cuarenta años desde que el joven se bajó del bote que lo llevó a la costa Floridiana. El muchacho, ahora con pelo cano, conoce mejor donde vive (los años alguna enseñanza le dejaron) pero se encuentra menos a gusto. Todavía logra llevar una vida medianamente sana, me dijeron, porque ha tenido la suerte que suele salvar al cándido, logrando sortear caos y pestes sin haberse preparado para estas cosas como se aconseja.
Así, el sueño de este adolescente de conocer el país del inglés que le gustaba escuchar se convirtió en realidad. Pero si en las películas de su juventud triunfaba la justicia y los malhechores eran castigados, en el mundo que ahora le toca vivir sucede lo contrario. La ley está a cargo de cuatreros, el comercio a cargo de una horda de bárbaros, y la protección de la gente a cargo de piratas. Él ahora sueña con volver al Sur, donde el amanecer de cada día promete más libertad.
Señor lector, le cuento esta historia por si usted ve a este joven con arrugas que ha perdido su norte. Dígale que sí, que ahora el Sur se prepara para defender al débil, y es donde las personas finalmente lograrán vivir en paz y dignidad.
Jorge Méndez
martes, 27 de noviembre de 2007
viernes, 16 de noviembre de 2007
¿Porqué no te callas?
Esta expresión, junto con el video retransmitido una y otra vez gracias a Internet, emitida por el rey de España en plena cumbre de presidentes y jefes de Estado latinoamericanos, ha dado la vuelta al mundo como reguero de pólvora.
Llamó particularmente la atención por provenir de quien ha sido el decano de estas cumbres y desempeñar un rol silencioso, contemporizador, moderador, articulador. Se puede especular si lo sacó de las casillas la permanente interrupción de Chávez a Zapatero, o las alusiones al carácter fascista de Aznar, o la verborrea de Chávez. Cualquiera sea el motivo de fondo, lo concreto es que proviniendo del rey adquiere un tufo especial, como la expresión de quien se dirige a un vasallo, una suerte de rémora de tiempos coloniales.
Quien por el contrario, mantuvo la calma, fue Zapatero, a quien se le había concedido la palabra por un tiempo limitado y que se veía persistentemente interrumpido por Chávez. Zapatero hizo gala de un talante democrático que lo situó por encima del rey y de Chávez, no solo por su reacción física, sino por sus palabras y solidaridad hacia un compatriota, aún cuando fuere uno de sus más acérrimos rivales, como lo es Aznar.
Zapatero sabe más que nadie quien es Aznar, no solo un expresidente de España, sino que un oscuro personaje que intentó ocultar la verdad respecto de los responsables del atentado en la estación de Atocha en Madrid a horas de las elecciones generales; que a espaldas de la opinión pública respaldó la política invasora de Bush en Irak, no solo de palabra, sino que enviando tropas españolas a la región; que en sus andanzas por el mundo como expresidente intenta promover la teoría del desalojo de los gobiernos que no comulgan con la derecha. La defensa de Zapatero a los ataques verbales de Chávez hacia Aznar responden al viejo axioma de los grandes estadistas y que pocos están dispuestos a practicar: lo cortés no quita lo valiente. Con su actuación, Zapatero se sacó los zapatos.
El incidente tuvo el mérito de poner sobre la mesa una realidad candente: las fisuras que alejan las posibilidades de entendimiento en nuestro continente. Fisuras que tienen que ver con latentes conflictos fronterizos o comerciales que pueden emerger en cualquier momento, pero sobretodo con enfoques, visiones que van desde países donde dominan posturas neoliberales extremas que responsabilizan al Estado de todos los males, hasta aquellos que proclaman nacionalismos y socialismos trasnochados que satanizan actuaciones privadas.
Lo triste, es que estas mismas fisuras ilustran cuán lejos estamos de la unidad latinoamericana tantas veces proclamadas, y particularmente del desarrollo al que aspiramos.
Rodolfo Schmal S.
jueves, 8 de noviembre de 2007
¿Cuánto calzará Lagos?
La prensa le dio una gran difusión a las (primeras) declaraciones de Ricardo Lagos sobre el proyecto estrella y prioritario de su administración: Transantiago. Se nos ha informado con prodigalidad de su “mea culpa”. Dijo el “estadista” por antonomasia, bienamado de los grandes empresarios y actual “Capitán Planeta” Benemérito: “Por mi parte asumo la responsabilidad de haber tomado una decisión indispensable para que Santiago sea una ciudad moderna, con un sistema de transporte integrado, donde el metro juegue el rol articulador como ocurre en todas las ciudades con buen transporte público en el mundo”.
Cuando uno lee sus declaraciones, se encuentra con una evidente contradicción con cómo fueron presentadas en las cuñas periodísticas. ¿Esa soberbia autojustificatoria es asumir la responsabilidad por el Transanfiasco? En realidad, uno no sabe si quedar atónito por sus palabras en sí o por los dichos de los medios tan alejados de la verdad o tan comprometidos. En fin, no es la ocasión para alegar porque los periodistas nos informan lo que quieren y no lo que sucede. Concentrémonos en nuestro ex Presidente. Derechamente sus palabras son indignantes para todos quienes nos movilizamos a diario en Transantiago. Uno puede llegar a reírse al escuchar los dichos maqueteados y marqueteros de muchos políticos. Sin embargo, en esta ocasión el personaje se pasó de la raya. Ya no en centímetros, sino en kilómetros.
Como muestra del sistemita que nos legó el “estadista”, hace unos meses quien escribe quedó botado un día hábil a las 23 horas en Providencia con Manuel Montt. Solución: caminar los alrededor de dos kilómetros y medio hasta Irarrázaval... Ud. dirá, pero eso fue antes de las “soluciones” de Cortázar. ¡Cuidado!: hace dos días demoré una hora y media para llegar a mi trabajo, en un recorrido de unos 40 minutos a lo más. La mayor parte del tiempo —donde espero el bus de acercamiento y donde hago trasbordo— tuve que ver cómo pasaban buses repletos llevando ciudadanos enlatados. Sin embargo, esta (a)normalidad son historias de niños de pecho cuando se sabe qué soportan cotidianamente otros habitantes de la capital: largas caminatas y esperas, levantadas de madrugada, descuentos de sueldo por atrasos, empujones y codazos para subirse o bajar de un bus. Soy un afortunado en comparación a las humillaciones y dificultades diarias (ida y vuelta) sufridas por aquellos... ¡desde febrero! De hecho, para mí es un misterio cómo lo hacen cada día embarazadas, enfermos, ancianos, personas con niños, los propios niños o cualquiera que deba movilizarse cargado en los buses atestados de gente.
Mas, en realidad Lagos no habría cometido falta alguna... según afirma él mismo. A pesar de ordenar y aprobar un determinado diseño de transporte público, sólo sería culpable de querer mejorar nuestras vidas. O sea, es un incomprendido víctima de quienes quieren sacar mezquinos dividendos políticos, de esos que hubieran querido faltarle el respeto a su investidura... ¿de “Capitán Planeta”? Pues, que yo sepa, actualmente no ocupa ningún cargo en el Estado y aunque así fuera ello no lo hace intocable. Cómo se ha de estar revolcando en su tumba Calderón de la Barca por este “remake” dirigido y protagonizado por Ricardo “Segismundo” Lagos: ¡Oh, mísero de mi!, ¿qué pecado cometí para que me tratéis así?... Qué malos somos los “usuarios” santiaguinos con tan insigne personaje, quien únicamente deseaba nuestro bienestar.
Lamentablemente, los académicos de la División de Transporte del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, contradicen el incomprendido altruismo de Lagos (¿acaso querrán también sacar mezquinos dividendos políticos?). Estos especialistas señalan que los microbuses amarillos sumaban más de 8 mil y que el diseño de Transantiago estimó en principio aproximadamente la mitad. Al problema de tal carencia de buses, se sumó la estimación de que ese número podría cumplir una meta indispensable para la “socialista” administración Lagos: subsidio cero. ¡Bajar el número de buses fue una decisión planificada para reducir los costos de las empresas operadoras privadas! De tal modo, el hacinamiento, las bajas frecuencias y el aumento en el número de trasbordos desde un 10% hasta un 60 u 80% de los viajes, ¡siempre estuvieron contemplados!
A pesar de los hechos innegables y del chaparrón que ha debido soportar el (des)gobierno de Bachelet (ojo: esto fue un comentario machista), Lagos se hizo invisible por meses. Sin ninguna vergüenza se escondió y nada dijo sobre el tema. Sólo salió a la luz pública hace unos pocos días. Únicamente cuando, por la presión realizada por la Comisión investigadora de la Cámara, se vio obligado a hacer esas singulares declaraciones.
Con lo que se ha ido sabiendo sobre Transantiago y sobre todo con las penurias diarias de los “usuarios”, lo mínimo es que Lagos se movilice en micro. Aunque seguro ya ni se acuerda cómo son las “góndolas”... pues hace años todos los chilenos y chilenas le venimos pagando lujosos autos con chofer (hasta una vez dejada la presidencia, sus guardaespaldas de Carabineros se financian con dineros fiscales). Afortunadamente, no tiene de qué preocuparse en cuanto a que el transporte público pueda atentar o no respetar su investidura. Transantiago es “un sistema de transporte integrado, donde el metro [juega] el rol articulador como ocurre en todas las ciudades con buen transporte público en el mundo”. ¡Qué duda cabe!. La única cuestión que resta aclarar es cuánto calzará Lagos.
Andrés Monares
Cuando uno lee sus declaraciones, se encuentra con una evidente contradicción con cómo fueron presentadas en las cuñas periodísticas. ¿Esa soberbia autojustificatoria es asumir la responsabilidad por el Transanfiasco? En realidad, uno no sabe si quedar atónito por sus palabras en sí o por los dichos de los medios tan alejados de la verdad o tan comprometidos. En fin, no es la ocasión para alegar porque los periodistas nos informan lo que quieren y no lo que sucede. Concentrémonos en nuestro ex Presidente. Derechamente sus palabras son indignantes para todos quienes nos movilizamos a diario en Transantiago. Uno puede llegar a reírse al escuchar los dichos maqueteados y marqueteros de muchos políticos. Sin embargo, en esta ocasión el personaje se pasó de la raya. Ya no en centímetros, sino en kilómetros.
Como muestra del sistemita que nos legó el “estadista”, hace unos meses quien escribe quedó botado un día hábil a las 23 horas en Providencia con Manuel Montt. Solución: caminar los alrededor de dos kilómetros y medio hasta Irarrázaval... Ud. dirá, pero eso fue antes de las “soluciones” de Cortázar. ¡Cuidado!: hace dos días demoré una hora y media para llegar a mi trabajo, en un recorrido de unos 40 minutos a lo más. La mayor parte del tiempo —donde espero el bus de acercamiento y donde hago trasbordo— tuve que ver cómo pasaban buses repletos llevando ciudadanos enlatados. Sin embargo, esta (a)normalidad son historias de niños de pecho cuando se sabe qué soportan cotidianamente otros habitantes de la capital: largas caminatas y esperas, levantadas de madrugada, descuentos de sueldo por atrasos, empujones y codazos para subirse o bajar de un bus. Soy un afortunado en comparación a las humillaciones y dificultades diarias (ida y vuelta) sufridas por aquellos... ¡desde febrero! De hecho, para mí es un misterio cómo lo hacen cada día embarazadas, enfermos, ancianos, personas con niños, los propios niños o cualquiera que deba movilizarse cargado en los buses atestados de gente.
Mas, en realidad Lagos no habría cometido falta alguna... según afirma él mismo. A pesar de ordenar y aprobar un determinado diseño de transporte público, sólo sería culpable de querer mejorar nuestras vidas. O sea, es un incomprendido víctima de quienes quieren sacar mezquinos dividendos políticos, de esos que hubieran querido faltarle el respeto a su investidura... ¿de “Capitán Planeta”? Pues, que yo sepa, actualmente no ocupa ningún cargo en el Estado y aunque así fuera ello no lo hace intocable. Cómo se ha de estar revolcando en su tumba Calderón de la Barca por este “remake” dirigido y protagonizado por Ricardo “Segismundo” Lagos: ¡Oh, mísero de mi!, ¿qué pecado cometí para que me tratéis así?... Qué malos somos los “usuarios” santiaguinos con tan insigne personaje, quien únicamente deseaba nuestro bienestar.
Lamentablemente, los académicos de la División de Transporte del Departamento de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, contradicen el incomprendido altruismo de Lagos (¿acaso querrán también sacar mezquinos dividendos políticos?). Estos especialistas señalan que los microbuses amarillos sumaban más de 8 mil y que el diseño de Transantiago estimó en principio aproximadamente la mitad. Al problema de tal carencia de buses, se sumó la estimación de que ese número podría cumplir una meta indispensable para la “socialista” administración Lagos: subsidio cero. ¡Bajar el número de buses fue una decisión planificada para reducir los costos de las empresas operadoras privadas! De tal modo, el hacinamiento, las bajas frecuencias y el aumento en el número de trasbordos desde un 10% hasta un 60 u 80% de los viajes, ¡siempre estuvieron contemplados!
A pesar de los hechos innegables y del chaparrón que ha debido soportar el (des)gobierno de Bachelet (ojo: esto fue un comentario machista), Lagos se hizo invisible por meses. Sin ninguna vergüenza se escondió y nada dijo sobre el tema. Sólo salió a la luz pública hace unos pocos días. Únicamente cuando, por la presión realizada por la Comisión investigadora de la Cámara, se vio obligado a hacer esas singulares declaraciones.
Con lo que se ha ido sabiendo sobre Transantiago y sobre todo con las penurias diarias de los “usuarios”, lo mínimo es que Lagos se movilice en micro. Aunque seguro ya ni se acuerda cómo son las “góndolas”... pues hace años todos los chilenos y chilenas le venimos pagando lujosos autos con chofer (hasta una vez dejada la presidencia, sus guardaespaldas de Carabineros se financian con dineros fiscales). Afortunadamente, no tiene de qué preocuparse en cuanto a que el transporte público pueda atentar o no respetar su investidura. Transantiago es “un sistema de transporte integrado, donde el metro [juega] el rol articulador como ocurre en todas las ciudades con buen transporte público en el mundo”. ¡Qué duda cabe!. La única cuestión que resta aclarar es cuánto calzará Lagos.
Andrés Monares
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